La Virtud de la Diligencia 3a parte

En esta tercera parte de nuestro análisis de esta virtud, es necesario aclarar que la diligencia nos permite alcanzar logros que verdaderamente beneficien nuestro entorno, es decir, nadie dice que el mexicano no invierte horas y horas de trabajo, ese no es el problema, el problema es ¿qué logros se están obteniendo?, ¿qué se manifiesta en este país?.

Se requiere enfocarnos en servir a los demás como a uno mismo con los talentos que tenemos, claro que muchos dicen “para lo que me pagan”, pero hay que recordar lo que la diligencia dice “ama lo que estás haciendo, la vida te abrirá las puertas de quien aprecie tu capacidad.”

Se dice que Thomas A. Edison el famoso inventor, siempre tenía un reloj en su escritorio, pero no tenía manecillas, él decía “el trabajo no se mide en horas, sino por lo que se logra”, en cambio, vemos que el grueso de las personas sólo están al pendiente de las manecillas del reloj y no se enfocan en lo que están produciendo, pensando sólo en la hora de salir de su trabajo, pues la filosofía es “llegas tarde y te vas temprano.”

Hay una frase muy conocida de este mismo inventor “El genio es un uno por ciento de inspiración y un noventa y nueve por ciento transpiración”, es decir, que no se trata sólo de tener buenas ideas, sino que hay que sudarle mucho para verlas realizadas, y sabemos que sabía de lo que hablaba, buscó por todo el mundo tratando de hallar el material correcto para construir el filamento de la bombilla.

¿Cuántas personas se dan por vencidas en la vida?, permitiendo que las circunstancias externas determinen su ser interno, es fácil decir “no voy a seguir, no tiene caso” pero cuando algo es correcto, tenemos que aprender a mantenernos firmes, pues es parte de los logros.

No vas a ser Thomas A. Edison, vas a ser tú, lo que nos toca contribuir a cada uno nadie lo va a ser por nosotros, no fuimos diseñados para ver qué nos da la vida, sino para dar a la vida, pues en el dar esta el recibir, es una ley infalible.

Existe un proverbio hebreo que dice “Los perezosos pronto se empobrecen; los que se esfuerzan en su trabajo se hacen ricos” la dedicación que se le entrega a lo que hacemos tiene su recompensa, no solo en lo material, que no es el objetivo, sino en la satisfacción de hacer lo que es correcto para beneficiar nuestro entorno, y todo comienza por nuestra persona, y sigue con la familia y con la sociedad.

Así que cada momento del día tomamos la decisión de ser diligentes o ser negligentes, o avanzamos en una dirección o retrocedemos en otra, como dice otro proverbio hebreo “Los perezosos ni siquiera cocinan la presa que han atrapado, pero los diligentes aprovechan todo lo que encuentran” queriendo decir que aún el perezoso tiene oportunidades, sin embargo las desaprovecha.

Por ejemplo, cuántas personas logran el puesto de trabajo que deseaban y una vez que lo obtienen ya no lo quieren por el trabajo, el esfuerzo que les representa alcanzar las metas, o cuántos se casan con la persona que querían y una vez en el matrimonio, cuando ven que no es tan sencillo, ya no quieren trabajarle para que verdaderamente funcione, qué decir de los estudiantes que estudian una carrera, de los padres de familia que deseaban hijos, y así puede seguir la lista.

La diligencia, pues, es entregarnos a hacer bien el trabajo que ya traemos implícito, que adquirimos, o que la vida misma nos va presentando, de tal manera que al practicarla nos permita más y más logros significativos en nuestra vida.

Algunos sinónimos de diligencia son: actividad, rapidez, prontitud, atención, vivacidad, alerta, aplicación, cuidado, solicitud, esmero. Y de negligencia son: desidia, omisión, olvido, dejadez, apatía, vagancia, haraganería, desinterés, morbosidad, desatención.

La decisión es nuestra cada día de lo que decidimos cultivar en nuestra actitud, cabe mencionar que al prepararnos para ser diligentes también tenemos que prepararnos para ser ridiculizados por los que son negligentes, porque al salir de su círculo, lo que menos quieren es que su pereza sea exhibida por aquellos que practican la diligencia, no porque no puedan cambiar sino porque no quieren cultivar la virtud.

En el proceso de cultivar la diligencia podemos quedarnos sin dinero, pero si perseveramos en cultivarla, nos tiene que sacar adelante, porque todo es transitorio en la vida, los que tenían antes ya no tienen, y los que no tenían antes ahora tienen, sin embargo, hay algo que nunca nos va a permitir sentirnos como en la rueda de la fortuna, y eso se llama “virtudes”, porque otros pueden creer que estamos abajo, pero sabemos que estamos arriba de la situación, y en nuestra actitud lo reflejamos.

No sabemos si nuestros nombres serán recordados por la historia, pero lo que sí sabemos es que seremos recordados por aquellos que beneficiamos y aún aquellos que no saben que fue por nosotros que han sido beneficiados, y que la vida recompensa a cada cual conforme a sus propias obras.

Plan de acción para el cultivo de la diligencia:

1. Reconoce el efecto destructivo de la negligencia.

2. Busca a quién hacerle el bien todos los días, y aunque no los busques te van a llegar, presta atención, empezando por los más cercanos, tu propia familia.

3. No veas el trabajo como un impedimento, sino como el vehículo adecuado para desarrollar tus habilidades conocidas y aquellas por descubrir, ya que muchos pueden decir que aman su trabajo, pero en realidad ese amor es una esclavitud.

4. No pienses solo en dinero para hacer lo que haces.

5. Lo que amas (lo que te gusta hacer en cuanto a tus habilidades y talentos), desarróllalo aunque sea pequeño en la escala de lo que quieres lograr, no menosprecies las cosas pequeñas, practica, practica, practica.

6. No te dejes vencer por la cantidad de obstáculos que se presentan, el desánimo no es un buen fruto.

7. La burla o la presión de otros no te hagan desistir, sigue avanzando en el cultivo de la diligencia.

8. Alimenta, cultiva la diligencia en tu persona, en tu familia, en tu trabajo, independientemente que no recibas la remuneración económica que consideras merecer, en tu sociedad, en el lugar donde te congregas.

El alma del perezoso desea, pero nada consigue, mas el alma de los diligentes queda satisfecha. Proverbio hebreo